Desde Caleta Olivia hasta Río Gallegos, la naturaleza en estado puro se puede disfrutar en el Corredor Turístico de la Ruta Nacional 3. Mar, pingüinos, lobos marinos, atractivos geológicos e historias de navegantes, en el inmejorable marco que ofrece la inmensidad de la Patagonia austral.
Por Christian Alí Bravo.
La etimología no sólo es útil para conocer el origen de las palabras, también sirve para confirmar que nada está librado al azar, que hay elecciones predestinadas a ser. En este caso, la confirmación llega por designio universal: el adjetivo “azul” se incorpora a la lengua castellana a través de los árabes, que utilizaban la palabra “lāzuward” para referirse a una piedra semipreciosa que deslumbraba con ese mismo color.
El corredor de la Ruta Nacional 3, en el litoral marino costero de la provincia de Santa Cruz, no podría haber recibido un nombre más exacto y pertinente que Ruta Azul. A través de ella, los tesoros de la naturaleza aparecen en su estado más puro, en el inmejorable marco que ofrece la inmensidad de la Patagonia austral.
Los lobos marinos dan la bienvenida
La primera parada del corredor costero que dibuja la Ruta Nacional 3, es Caleta Olivia, ubicada a menos de 80 kilómetros de Comodoro Rivadavia. El accidente geográfico al cual debe su nombre (la caleta es un diminutivo de cala y hace referencia a una pequeña ensenada, o bien, porción de mar que se interna en la tierra), fue declarado reserva natural municipal en 1922.
En Caleta Olivia, de acantilados imponentes y playas con arena fina, se pueden encontrar las especies características de la fauna patagónica: martinetas, liebres europeas, caranchos, guanacos, aguiluchos, águila mora. Pero los que se llevan todos los flashes son los lobos marinos de un pelo. A 10 kilómetros de la ciudad, en el margen sur del Golfo San Jorge, se encuentra una colonia que ronda los 600 individuos, la cual puede visitarse todo el año.
El monumento al “Gorosito” debe ser incluido en el itinerario para que el recorrido sea completo, ya que hace honor al trabajador del petróleo y sirve para dimensionar lo importante que es dicha industria en la región. Para profundizar (valga el paralelismo) en la temática, se puede visitar el pozo petrolero O 12, primer sitio en el que se descubrió petróleo en Santa Cruz, en el año 1944, y el cual tiene una profundidad de 1613 metros.
Desde Magallanes hasta Darwin
A poco más de 200 kilómetros de Caleta Olivia, yendo hacia el sur, se encuentra Puerto Deseado, que fue parte de una de las mayores gestas de la navegación. En 1519, el marino, explorador, militar y navegante Fernando (también conocido como Hernando) de Magallanes inició una expedición destinada a alcanzar las Indias Orientales. En marzo de 1520, un fuerte temporal lo obligó a ingresar de manera forzada a la ría que llamó “Bahía de los Trabajos Forzosos”, nombre que sirve para identificar lo crudo que fue el temporal. Esa ría hoy es denominada del Deseado, debido a que se forma luego de la desembocadura del río Deseado. Y, como no podía ser de otra manera, al norte está situada la ya mencionada ciudad.
Lo que antaño fuera un dolor de cabeza para Magallanes, hoy es la Reserva Natural Ría del Deseado, accidente geográfico en el que el océano ingresa al continente a lo largo de 42 kilómetros, sobre el cauce abandonado por el río hace millones de años. El paisaje único y caprichoso, sumado a la vasta concentración de aves, llevó hasta al propio Charles Darwin a acampar en 1833 para disfrutar de esta maravilla en persona. Dentro del área, sobre uno de los márgenes, uno puede visitar el sitio exacto en el que estuvo el naturalista, el cual ofrece hospedajes y paseos para disfrutar de una experiencia marcada por la historia.
Aunque la verdadera estrella de la ciudad no es Charles Darwin, sino el pinguino de penacho amarillo, especie que ostenta una cresta negra, glamorosas y largas pestañas de un amarillo más brillante que el sol, y ojos rojos saltones. Para conocer bien de cerca a esta particular especie, es necesario visitar el Parque Interjurisdiccional Isla Pingüino a través de una navegación, a cargo de prestadores de servicios locales, gracias a la cual también se pueden recorrer las ruinas de un faro y apreciar una colonia de lobos marinos.
Puerto Deseado, además, es una invitación a llegar hasta el Parque Nacional Bosques Petrificados, donde descansan los restos de un bosque que existió en ese mismo lugar, pero millones de años atrás.
Camino al sur, con más historias
La Ruta Azul avanza de la mano de la historia, como la de Puerto San Julián, que en una de sus playas alberga una réplica exacta de la Nao Victoria, embarcación en la cual navegó Magallanes con su tripulación, hace cinco siglos. En este museo, las esculturas de estos personajes históricos permiten sentirse parte de aquella gesta épica.
A 125 kilómetros, la ciudad Comandante Luis Piedrabuena aparece en el camino como un verdadero oasis verde en esta travesía. ¿La parada obligada? Isla Pavón, “la más linda de la Patagonia” según los lugareños. Ubicada a sólo 3 kilómetros de la ciudad y declarada lugar histórico nacional, posee una superficie de 54 hectáreas, que cuenta con cabañas, un museo y la estación de piscicultura municipal.
A menos de 40 kilómetros, Puerto Santa Cruz es el punto ideal para contemplar la fuerza del paisaje costero con su horizonte pleno. El menú que ofrece esta ciudad de casi 5 mil habitantes incluye navegación y caminatas para conocer de cerca la flora y fauna autóctona.
Un cierre de lujo
El último tramo, un poco más de 250 kilómetros al sur, tiene un destino claro: Río Gallegos, la capital de Santa Cruz. Este sitio es ideal para aquellos amantes de los trenes, la pesca, la fotografía y el avistamiento de aves.
Por la Ruta Nacional 3, a 60 kilómetros de la ciudad, aparece la Reserva Geológica Provincial Laguna Azul. En esta área protegida, los cráteres de los volcanes entregan una postal colosal de la evolución del planeta y regalan un espejo de agua tan natural como hermoso, que da el nombre al lugar.
A su vez, Río Gallegos es la llave para acceder a Cabo Vírgenes, el punto más austral del área continental y, claro, el inicio de la Ruta 40. Pero esa es otra travesía por el territorio santacruceño.