La provincia cuenta con un sinfín de opciones para disfrutar y descubrir, a través del paladar, la identidad cultural de su pueblo.
Córdoba abre sus puertas a los turistas para que descubran el potencial y el patrimonio gastronómico, para que saboreen los productos de sus tierras y para que conozcan los ciclos productivos. Por lo tanto, la combinación del turismo con la gastronomía ofrece la oportunidad de adherir mayor valor a las producciones regionales.
1. Región Ansenuza
En el noreste provincial, la región de Ansenuza alberga a la conocida laguna Mar Chiquita, el quinto espejo de agua salino más grande del mundo, que representa el recurso turístico más importante del área. En este ecosistema habitan más de 250 especies de aves, que forman parte de una gran variedad de flora y fauna, donde los flamencos rosados destacan como postal del paisaje.
Además del avistaje de aves, en la laguna se pueden practicar deportes náuticos, hacer excursiones guiadas, zafaris fotográficos y paseos nocturnos. A su vez, la ciudad de Miramar es elegida para disfrutar de sus playas a orillas de la laguna, en familia o con amigos.
A todo ello se le suma una propuesta gastronómica muy interesante, caracterizada por la variedad de degustaciones que se pueden realizar de los productos provenientes de su extensa laguna. Entre ellos se encuentra el pejerrey, que se puede comer en sus diversas variantes: a la romana, al champiñón, al queso azul o napolitano. De todas formas, la nutria es la estrella del lugar, tanto así que tiene su propia fiesta todos los años. Más allá de ese encuentro, en todos los restaurantes y comedores es posible deleitarse con este plato, exquisito en todas sus versiones.
2. Región Grandes Lagos
La tradición gastronómica es protagonista en las regiones de Paravachasca, Calamuchita y Sierras del Sur. En cada una de ellas, los sabores autóctonos y criollos se complementan con los heredados de la inmigración centroeuropea, dando lugar a crear una identidad culinaria muy propia. Varias son las especialidades que se pueden degustar, desde las tradicionales parrilladas, empanadas y cabritos serranos a la llama, hasta sofisticados platos de pejerrey y trucha.
Ningún visitante podrá irse del Valle de Calamuchita sin probar los menús centroeuropeos, bien acompañados con una cerveza artesanal espumosa. Para descubrir estos sabores, la clave es dirigirse a las localidades que están arraigadas a las tradiciones alemanas y austríacas. Entre los platos imperdibles aparecen el goulash, el cerdo ahumado y el chucrut.
También se destacan los vinos de altura, los hongos silvestres, las carnes de caza y el chivito serrano. Pero no termina ahí: los frutos rojos (zarzamoras, frambuesas) y los embutidos son otros de los favoritos (leberwurst, salchicha Frankfurt y ciervo ahumado). Por último, en las Sierras del Sur el comensal encontrará increíbles propuestas de cocina criolla como chivito serrano a la llama, locro, empanadas criollas fritas, dulces artesanales y escabeches.
3. Norte y Sierras Chicas
Dedicada históricamente al cultivo de frutas, vid y a la elaboración de embutidos, esta zona presenta un mundo de sabores tan variados como el colorido de sus paisajes. Los paladares de los viajeros no podrán resistirse a la tentación de sentarse a la mesa en alguno de los restaurantes y parrillas de la región, donde la vedette es el cabrito de Quilino, sin dejar de lado el sabor de una buena picada con salames, quesos y jamón crudo.
Entre los productos que se destacan está el vino, el salame, el queso de campo, las conservas de caza, el azafrán y el quesillo de cabra. A su vez, hay mermeladas de frutos orgánicos (higos, duraznos, tomate, zapallo, etc.) y producción de cítricos, tuna y miel. A ello se le suma la algarroba, el mistol, las truchas con crema y los hongos de pino, protagonistas en cualquier plato gourmet.
Entre las preparaciones, la picada de fiambres aparece como la estrella de la región. Por su parte, para esos días de invierno donde el frío pide un plato abundante, la cocina clásica italiana (pasta, fricco, roñosa, polenta bianca, etc.) es un imperdible.
4. Región Traslasierra
En el marco imponente de las Sierras Grandes, encontramos los sabores inconfundibles que distinguen al valle de Traslasierra y al Noroeste cordobés. Allí, se hace presente una amplia gama de productos naturales y preparaciones gastronómicas con reconocimiento a nivel nacional e internacional.
Por la zona se hallan excelentes productores de aceite de oliva, licores artesanales y miel. Además, se pueden degustar mermeladas de frutos orgánicos, infusiones de hierbas serranas y el clásico pan casero con chicharrón acompañado de un rico mate con peperina.
A su vez, para complementar la propuesta, se suman opciones gastronómicas de alto nivel, en donde encontrarán sofisticados restaurantes gourmet que armoniosamente conjugan los productos autóctonos con innovadoras técnicas culinarias. Entre las principales preparaciones, son elegidas las carnes asadas en hornos de barro, el chivito, el cordero a la llama y las empanadas criollas. Por último, en esta región se producen vinos artesanales, dulces y jaleas.