ESTE PEQUEÑÍSIMO CRUSTÁCEO CONSTITUYE LA MAYOR RESERVA PROTEICA DEL PLANETA Y DE ÉL SE ALIMENTA BUENA PARTE DE LA FAUNA ICTÍCOLA DEL OCÉANO ANTÁRTICO. EN UN FUTURO NO MUY LEJANO, TAL VEZ SEA LA TABLA DE SALVACIÓN PARA PALIAR EL DÉFICIT NUTRICIONAL DE MILLONES DE PERSONAS EN EL MUNDO.
La falta de alimentos y la desnutrición o malnutrición son males que afectan a cada vez más habitantes en el mundo. Según últimos datos entregados por la Organización Mundial de la Salud, el 11% de la población mundial padece hambre y esa cifra se incrementó en 38 millones de personas entre 2015 y 2016. Ante esta preocupante situación, la posibilidad de encontrar alimentos que satisfagan necesidades nutricionales aparece como un salvavidas. El krill es uno de estos productos. Vive en el mar austral y es comida habitual de ballenas, pingüinos, focas y muchas aves marinas; pero su calidad nutricional, su abundancia y su disponibilidad podrían convertirlo en el alimento del futuro.
El krill es un pequeño crustáceo, similar en aspecto a un diminuto langostino, de entre 1 y 3 centímetros, y que representa la mayor reserva de biomasa (materia orgánica de origen vegetal o animal susceptible de ser aprovechada energéticamente) del mundo. Solo en la Antártida, se calcula que hay entre 50 y 150 millones de toneladas de krill en bancos espesos de una densidad de 20 kilos por metro cúbico de agua de mar. Si bien actualmente podría considerarse al krill como una fuente de alimento prácticamente ilimitada, se busca aumentar las regulaciones para evitar su sobreexplotación.
Su elevado contenido en proteínas de alto valor biológico lo convierte en la mayor reserva proteica del planeta. Hoy en día se utiliza como alimento para peces en acuarios y acuicultura, como cebo de pesca y en la elaboración de productos farmacéuticos, y solo los japoneses lo consumen como alimento de forma habitual: lo llaman okiami y lo usan en sopas y ensaladas. Su utilización más frecuente es en extracto seco, usado como suplemento dietético por sus propiedades nutritivas y medicinales. Uno de sus muchos potenciales está en el aceite (ver recuadro).
SOLO EN LA ANTÁRTIDA SE CALCULA HAY ENTRE 50 Y 150 MILLONES DE TONELADAS DE KRILL EN BANCOS ESPESOS DE UNA DENSIDAD DE 20 KILOS POR METRO CÚBICO DE AGUA DE MAR.
ACCIONES DE PROTECCIÓN
Ante la preocupación por la explotación del krill en el Antártico Sur, la ONG Greenpeace organizó la campaña Santuario en el Océano Antártico, de la que participaron cuatro figuras emblemáticas de la Argentina: los actores Ricardo Darín y Oscar Martínez, la escritora y viuda de Jorge Luis Borges María Kodama y el médico especializado en obesidad y salud, fundador del Instituto Argentino de Alimentos y Nutrición, Alberto Cormillot. Todos ellos acompañaron el reclamo por la creación del área protegida más grande del mundo: un santuario en el Océano Antártico (una masa de agua de más de 1,8 millones de km2) que protegería a pingüinos y ballenas del avance de la industria pesquera que los deja sin alimento. Según la organización ambientalista, las aguas antárticas están siendo explotadas por la pesca del krill, poniendo en riesgo la biodiversidad del lugar. Greenpeace está pidiendo colaboración internacional entre los gobiernos de los países que integran la Comisión del Océano Antártico para la creación de dicho santuario, que se convertirá en el área protegida más grande del mundo.
ACEITE DE KRILL
Muchos se preguntan de dónde saca la energía el Papa Francisco. Según fuentes del Vaticano, el Sumo Pontífice tomaría junto con su desayuno un suplemento con aceite de krill. A sus 81 años, Francisco goza de una vitalidad envidiable, que sería producto de ese desayuno “poderoso”. Es que este crustáceo antártico es rico en omega 3 y enriquecido con vitamina D3, que es antioxidante. Según el propio Dr. Alberto Cormillot, que asegura que el de krill es preferible al de otros aceites de pescado, el crustáceo se alimenta principalmente de plancton, la verdadera fábrica de omega 3, y no sólo suministra cantidades significativas de EPA (ácido eicosapentaenoico) y DHA (ácido docosahexaenoico), sino que también contiene otras sustancias grasas vitales para que las membranas de las células nerviosas y del cerebro funcionen adecuadamente.