LA FLOR MÁS BELLA – ESQUEL

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LA FLOR MÁS BELLA – ESQUEL LA PROVINCIA DE CHUBUT GUARDA UN PAISAJE ÚNICO EN EL MUNDO: TRES HECTÁREAS DE TULIPANES FLORECIDOS AL PIE DE LA CORDILLERA DE LOS ANDES. UN CUADRO IMPRESIONISTA EN PLENA PATAGONIA ARGENTINA.

Hay paisajes donde las combinaciones de la naturaleza dan como resultado una expresión de belleza imborrable, aunque fugaz. Éste es una chacra ubicada en las afueras de Trevelin, provincia de Chubut, donde miles de tulipanes florecen a principios de octubre para cosecharse apenas un mes después. En ese corto lapso de tiempo, es posible apreciar una composición única en el mundo: tres hectáreas de una mixtura de colores que estallan y contrastan con el verde del valle 16 de Octubre y la cordillera nevada en el horizonte.

EN LAS AFUERAS DE TREVELIN MILES DE TULIPANES FLORECEN A PRINCIPIOS DE OCTUBRE PARA COSECHARSE APENAS UN MES DESPUÉS.

“Cuando vienen holandeses, donde está la meca del cultivo de tulipanes, se vuelven locos porque allá no tienen montañas, este paisaje no existe en otro lado”, dicen los responsables del campito Flores del Sur donde se producen los bulbos que luego son vendidos a productores que cultivan la flor. La historia de este emprendimiento comenzó hace 25 años, cuando Juan Carlos heredó esta tierra donde crece, como plaga, la rosa mosqueta silvestre y la actividad productiva está centrada casi exclusivamente en la ganadería. Pero ellos querían otra cosa: tenían 23 años y un impulso hacedor acorde a la historia patagónica, la tierra de los pioneros. Susana pensó entonces en los tulipanes. Le gustaba la flor y había leído que el clima frío era especial para cultivar el bulbo, que crece bajo tierra y es, en definitiva, el corazón de la planta. “Conseguimos 100 bulbos y con eso arrancamos”, recuerda hoy, parada en uno de los extremos de la hilera de tulipanes negros, una especie exótica llamada Queen of night, que se transformó en una de las principales atracciones de su chacra. El matrimonio muestra hoy orgulloso unas 27 variedades de tulipanes, en una paleta de colores que va desde el rojo hasta el amarillo, del naranja al violeta, pasando por el blanco y el rosa y otras combinaciones que endulzan el ojo de los miles de turistas, que empiezan a llegar a principios de octubre. “La decisión de dejar entrar a personas ajenas a la chacra fue muy discutida”, reconoce Susana, entre risas, mientras acepta que lo que aquí se ve es un espectáculo que imanta y obnubila. Este emprendimiento, en efecto, es único en todo Chubut, a pesar de que hubo otras épocas en las que llegó a haber 40 productores. “Es un trabajo muy intensivo, a conciencia, no tenés vacaciones ni fin de semana largo”, advierte. El ciclo comienza en abril. Con la temporada de siembra se inicia el control de crecimiento, con fumigaciones y fertilizaciones. El invierno es clave: cuanto más nieve, heladas y lluvia, mejor. 15 centímetros bajo tierra, el bulbo mantiene su temperatura y se fortifica echando raíces. En octubre llega el florecimiento y, una vez diagramada la cosecha, las flores se cortan… y se tiran.

“CUANDO VIENEN HOLANDESES, DONDE ESTÁ LA MECA DEL CULTIVO DE TULIPANES, SE VUELVEN LOCOS PORQUE ALLÁ NO TIENEN MONTAÑAS, ESTE PAISAJE NO EXISTE EN OTRO LADO”

En diciembre, los bulbos salen a superficie y se acumulan en unos cajones que van directo al galpón donde se separan por color y tamaño y se limpian y se clasifican de manera manual. Allí se estacionan hasta febrero, cuando comienzan a venderse a los productores de todo el país, quienes cosechan la flor y la distribuyen en las florerías. La planta se produce en Jujuy, Córdoba y Buenos Aires, pero el bulbo se logra cosechar sólo acá. A pesar de que reniegue un poco de la atracción que genera el paisaje que se forma en su chacra, Susana confiesa que todos los años siente la misma angustia antes de la floración: “¿Saldrá alguna flor?”, se pregunta. Es un miedo que nunca se pudo quitar, quizá porque tampoco se aburre de contemplar esa combinación que todavía la deslumbra: “Todas las tardecitas, cuando se van los turistas, me vengo con el mate y me quedo acá, en silencio”.