Espacios atrapados en el tiempo con historias antiguas abrazadas por el misterio, el encanto y una vibración paranormal que nos conecta con otros planos. A continuación, cinco castillos que fueron construidos en nuestro país y merecen la pena ser recorridos.
Castillo de San Francisco, Buenos Aires
A menos de 300 kilómetros desde Capital, en el partido de Rauch, en la provincia de Buenos Aires, se encuentra este casco de estancia también conocido como Castillo de Egaña. Fue construido bajo el mando de una de las familias patricias de la época, el estanciero y arquitecto Eugenio Díaz Vélez, nieto del prócer Eustoquio Díaz Vélez, quien luchó en las Invasiones Inglesas y Guerra de la Independencia y participó en la Revolución de Mayo.
El palacio demoró unos 12 años en terminarse, entre 1918 y 1930, y algunos de los materiales de la obra fueron traídos directamente desde Europa. Más de 70 habitaciones, 14 baños y 2 cocinas formaban parte de la magnificencia de este lugar. Una de sus particularidades es que no tiene un frente puntual dado que todos sus lados cumplen esa función.
En 1958, a causa de la reforma agraria, el Castillo San Francisco fue expropiado y en 1965, fue transferido al Consejo Provincial del Menor y acabó siendo un reformatorio. Durante los 70, el administrador del orfanato Eduardo Burg, fue asesinado por uno de los internos, obligando a todos los menores a ser reubicados. El espacio quedó abandonado una vez más y hasta el día de hoy sigue en esa instancia.
Castillo San Carlos, Entre Ríos
A solo cinco minutos del centro de Concordia, dentro del Parque San Carlos, aparecen las ruinas de este misterioso castillo plagado de historias. Rodeado de una selva en galería, grandes lomadas y una vista privilegiada al Río Uruguay, esta casona de estilo Luis XV fue construida con materiales traídos de diversas partes de Europa.
La piedra lavada extraída de la costa del río es el único elemento autóctono que se usó en todo el palacio para el revestimiento exterior. Una de las versiones más populares que gira entorno a este lugar, es que una familia parisina, conocida como los Demachy, desembarcó en el puerto en 1886 y fueron los encargados de mandar a construir este lugar y vivir en él hasta 1891. Parece ser que se fueron y nunca más se supo de ellos. Posteriormente, el Castillo fue arrendado por el matrimonio Fuchs Valon y sus hijas Suzanne y Edda.
Cuentan que a fines de 1929, un pequeño avión comandado por Antoine Jean Baptiste Marie Roger, también conocido como el conde de Saint-Exupéry, aterrizó de emergencia en este lugar y se inspiró en las niñas y su familia para escribir uno de los libros más vendidos del mundo: El Principito. En 1938 padeció un devastador incendio y quedó abandonado hasta que en el 2013 se concluyeron las obras de restauración y abrió sus puertas.
Castillo Guerrero de Domselaar, Buenos Aires
Este palacio de estilo francés, data del 1880 y fue construido en honor a Felicitas Guerrero, una mujer de alta sociedad, considerada una de las más bellas de aquél entonces y heredera de una de las fortunas más grandes del país. Este majestuoso casco, que se encuentra en el kilómetro 58 de la Ruta 210, en San Vicente, posee techos a la mansarda, columnas, un sótano en altura, 24 habitaciones, una escalera aérea, una biblioteca, un sillón del 1800 del antiguo teatro Colón y grabados de Giovanni Piranesi. Aquí se han filmado varias películas populares tales como “El cuento de las comadrejas” y “Crónica de una fuga”.
La historia de Felicitas se remonta a su casamiento, a una edad muy temprana, con Martín Gregorio de Álzaga. Tuvieron dos hijos que murieron por la epidemia de la fiebre amarilla y, a mediados de sus 20, Felicitas queda viuda. Al poco tiempo, comienza a simpatizar con Samuel Sáenz Valiente pero es inmediatamente asesinada por Enrique Ocampo. Su historia se puede oír durante la visita a esta mansión construida por los padres de Felicitas tras su muerte que conserva en su interior las reliquias y objetos de la familia de ese período.
Residencia El Messidor, Neuquén
A metros del lago Nahuel Huapí, en el casco histórico de Villa La Angostura,el arquitecto Alejandro Bustillo construyó este pequeño castillo de estilo francés entre 1940 y 1942, a pedido de la Sra. Sara Madero de Demaría. El mismo se sitúa en un predio de unas 36 hectáreas y consta de dos plantas y un sótano.
Los jardines a su alrededor son geométricos, orden propio de los franceses. El significado del nombre del castillo deriva de un antiguo calendario utilizado en la Revolución Francesa que hacía alusión al décimo mes del año dado que, durante el mismo, las espigas irradian una tonalidad dorada, lo que hacía considerarlo como el “mes de oro”.
En 1964 El Messidor pasa a ser propiedad de la provincia con la expresa condición, impuesta por la dueña, de ser residencia oficial del Gobierno de Neuquén. Desde entonces se alojan como invitados presidentes, diplomáticos y autoridades.
Palacio Santa Cándida, Entre Ríos
Ubicado al sur de Concepción del Uruguay, a la vera del arroyo La China, se encuentra esta imponente casona fundada en 1847 por el General Justo José Urquiza, que la llamó Santa Cándida en honor a su madre.
La misma fue construida por el arquitecto italiano Pedro Fossatti, emulando una villa toscana y se aprecian tres niveles: en la planta baja se ubicaron la recepción y la administración de la finca; en el primer piso, los dormitorios y, en el último, la terraza que incluyó un mirador con linterna, de planta octogonal, desde donde se podían atisbar los movimientos de las embarcaciones en el Río Uruguay.
Después de la muerte de Urquiza, sus herederos vendieron el establecimiento a Mariano Unzué. La familia contrató al paisajista suizo Emil Bruder, de la escuela Beaux Arts, quien combinó los jardines de tipo formal con el paisajismo en las inmediaciones del arroyo y el resto del parque.
En 1977, el castillo fue declarado Monumento Histórico Nacional. Hoy, Santa Cándida funciona como establecimiento del lujo donde se practica equitación, pileta, remo, vela, lancha, pesca, cabalgatas, paseos por el río y golf.
Por Gimena Bugallo