PIONEROS: dos amigos que abrieron el primer brew pub del país en BARILOCHE y marcaron un hito de la historia cervecera argentina

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Nacida en 1989, la cervecería Blest se convirtió en un ícono de Bariloche que logró expandirse a varios puntos del país. Repasamos cómo fue que la idea revolucionaria de dos amigos sin experiencia en el rubro llegó a convertirse en un verdadero boom.


El gran estallido de las cervecerías artesanales fue hace unos años, es verdad, pero fue tal el impacto que todavía resuena y muy fuerte su estruendo. Sí, las craft beer llegaron para quedarse y las opciones realmente abundan. Pero hubo un tiempo no muy lejano en que la oferta oscilaba entre nula y escasa.

Río Negro no escapaba de esa realidad y quienes deseaban una buena cerveza fresca podían consumir solamente una industrial. Y así fue hasta 1989, cuando dos amigos decidieron embarcarse en un rubro en el cual no tenían experiencia, sobre el que no era fácil conseguir información para instruirse, y que además no estaba desarrollado (y mucho menos en Bariloche).

El sabor de la amistad

Pero para Julio Migoya y Nicolás Silin, como para otras muchas personas, la necesidad fue la madre de una maravillosa idea. Ante un eminente retiro voluntario masivo en la organización donde trabajaban y sabiendo que se quedarían desempleados, decidieron dar rienda suelta a un sueño (alocado) en común: fabricar su propia cerveza.

Pero claro, es necesario recordar que allá por fines de los ´80, no existía ni Google, ni tutoriales de YouTube ni mucho menos ChatGPT para saber cómo comenzar un proyecto de elaboración de cerveza artesanal. La poca bibliografía que consiguieron, en idioma extranjero por supuesto, y un incansable “prueba y error” permitieron que al poco tiempo se conviertan expertos en la materia. 

Y lo que en un primer momento fueron intentos fallidos y algunos brebajes intomables, se transformaron a base de esfuerzo y dedicación, en cervezas con cuerpo y alma. Sí, Cervecería Blest comenzaba a pasar de ser una loca aventura de dos amigos a una realidad pionera en el suelo barilochense. 

Sube la espuma

De hecho, 1992 fue un año clave para la historia de Blest: el living donde vivía la familia Migoya ofició de sede para que se empezaran a servir sus primeros chopps de Pilsen y Bock. Para acompañar los dos estilos disponibles en ese momento, y aprovechando el calorcito del verano, servían picadas y hasta salchichas con chucrut.

Gracias a la calidad de su cerveza, producto de los nobles ingredientes que provee la Patagonia, el proyecto fue creciendo y evolucionando. A tal punto que lograron abrir un local en la icónica avenida Bustillo, el primer brew pub del país, que se convirtió en una parada obligada para barilochenses y turista que deseaban refrescarse.

Pero Blest no solo creció ediliciamente, sino que su carta cervecera también: Scotch, Apa, Ipa, Honey, Black Ipa, Stout y hasta sidra comenzaron a acompañar platos elaborados con la misma pasión que las cervezas. De hecho, muchas de sus especialidades fueron galardonadas, como la Custom Bock, que ganó la medalla de oro en la Copa Argentina de 2018 o la Honey Queen que se llevó la plateada en la Copa América 2019.

Tal fue el furor de Blest, que no tardó en correrse la voz por otras latitudes. Y así fue como, con la incorporación de Franco Lapenna y Nacho Mochnacz en la dirección, comenzó a expandirse. La apertura de diversas franquicias no solo incluyó el propio suelo barilochense sino también otros puntos del país, como Villa La Angostura, Trelew, Esquel, Lomas de Zamora, Pilar, Morón, Palermo y Núñez. 

Con la llegada de la primavera, no hay excusa para refrescarse de la mano de una de las cervecerías pioneras del país, cuyos creadores supieron sobreponerse a diversos obstáculos, y sus sabores trascender las fronteras.

Por Christian Ali Bravo