EL PUERTO PESQUERO MÁS IMPORTANTE DE LA PATAGONIA ES TAMBIÉN UN DESTINO SOÑADO PARA ESTAS VACACIONES. LA RÍA COLOR ESMERALDA, UNA DE LAS RESERVAS FAUNÍSTICAS MÁS IMPORTANTES DEL PAÍS Y UN ENCLAVE URBANO CON REMINISCENCIAS INGLESAS ESPERAN EN ESTE RINCÓN AL NORESTE DE SANTA CRUZ.
Hay al menos dos historias para explicar su poético nombre: la primera, menos romántica y (cómo no) más documentada, es la del navegante Thomas Cavendish, que en 1586 habría bautizado al lugar ‘Desire’, igual que su nave. La segunda, la que se cuenta con más entusiasmo en estas tierras ventosas, sitúa unos años antes a un expedicionario desconocido que, extenuado por las inmensas distancias de la Patagonia, le puso al lugar donde atracó el nombre exacto de su sentir: Puerto Deseado. Aunque la belleza que inspirase el nombre o su leyenda está intacta, el arribo es por supuesto más accesible de lo que fue para aquellos exploradores. Como la mayoría de las ciudades costeras de la Patagonia, está conectada a través de la Ruta 3, pero la vía que va desde el centro de la Argentina hasta Tierra del Fuego pasa a unos 120 km y es justamente esa distancia la que por mucho tiempo ha mantenido este sitio como una joya oculta en el extremo oriental de la provincia de Santa Cruz. Una nutrida agenda de actividades y promoción turística está revirtiendo esa tendencia y el número de visitantes crece, entre otros motivos por su ubicación estratégica, dado que es una parada propicia en las travesías terrestres desde Buenos Aires a Ushuaia o al glaciar Perito Moreno. No obstante, una vez aquí, hay un mundo por descubrir… Por tierra La estación del ferrocarril es un coqueto edificio inglés construido en 1912, cuando supo ser la estación cabecera del ramal Puerto Deseado–Las Heras. Otro interesante spot son las playas donde anidan aves costeras y proliferan familias de lobos y elefantes marinos. Un poco más lejos, el imponente faro de Cabo Blanco, al final del golfo San Jorge y a 500 kilómetros de las islas Malvinas, es uno de los más aislados de la Argentina. Dos horas de camino pantanoso conducen hasta este istmo de arena y piedra donde retozan mamíferos marinos con el océano azul profundo de fondo. Hay también una cantidad de estancias remotas: La Madrugada es probablemente la más famosa porque incluye el Refugio de Vida Silvestre Cañadón del Duraznillo, pero en todas se pueden compartir las tradiciones locales y almorzar cordero a la cruz con un buen vino. En los restaurantes del centro también se puede probar éste o su versión más adulta (y para algunos incluso más sabrosa), el capón. Pero también vieiras, centollas y kani kama de producción local.
Por agua La famosa Ría Deseado es una vertiente que consiguió penetrar la aridez patagónica a fines del cuaternario, entonces el océano entró en el cauce del río y se formó este valle fluvial de 44 kilómetros y color verde esmeralda que en 1977 fue declarado Reserva Natural Intangible por la cantidad y diversidad de fauna que aloja (al menos 34 especies de aves marítimas y costeras). Una variedad de excursiones en gomón o en lanchas cerradas permite recorrer sus aguas con deslumbrantes bahías, acantilados y cabos en el horizonte. También hay propuestas más sofisticadas que invitan a adentrarse en la ría y hacer desembarcos siguiendo la ruta de Charles Darwin. Pero isla Pingüino es, por unanimidad, la excursión mayor.