Autor: Richard Lingua.
La Angostura es una extraordinaria villa situada a una hora de auto de Bariloche, recorriendo un carretera que bordea el Lago Nahuel Huapi. El camino de ida es un placer visual en sí mismo.
La ciudad es la contracara de su vecina populosa y vibrante: es un lugar de gran tranquilidad, naturaleza preservada, construcciones de gran arquitectura pero acomodadas al paisaje.
Dentro de las muchas actividades que la villa ofrece, de día y de noche, una de mis favoritas cuando pasó allá algunos días en el verano, es la ceremonia de tomar el té en Las Balsas.
Las Balsas es más que un hotel: es un hotel que entra dentro del selecto club de los «Relais&Chateaux», un claro pasaporte al buen gusto, la impecable atención y la encantadora arquitectura.
Está ubicada sobre la Bahía San Patricio, con vistas extraordinarias del lago y las montañas de la cordillera patagónica. Es una gran casa incorporada perfectamente al paisaje, con los exteriores de un inconfundible azul cerúleo, y los interiores de cálida madera, amplios y descontracturados sofás, y una galería exterior con deck y embarcadero desde donde los huéspedes parten en kayaks o pequeños botes a recorrer los alrededores.
Este deck es mi lugar a la hora del té, mirando la trayectoria del sol sobre la bahía, una pintura hiperrealista, y degustando las mermeladas y jaleas caseras, la pastelería del lugar y disfrutando el silencio. Nada parece moverse en Las Balsas, y sin embargo aloja entre sus paredes un universo. Es una delikatessen, un detalle de elegancia dentro del viaje, las ganas de ser un dandy.