Top 5 lugares de la Ruta 11 y sus playas escondidas

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Por Gimena Bugallo y Carolina Barbosa.


Esta famosa interbalnearia que une las localidades de Punta Lara y Mar del Sur, tiene una longitud de 583 kilómetros. Es muy concurrida en el período estival dado que bordea las costas del Río de la Plata y luego, las del Mar Argentino, siendo un conector directo para quienes la transitan en busca de playas, puertos y riberas.

Con la reciente inauguración de casi 100 kilómetros nuevos de autovía, no sólo se agilizó la circulación, sino que se facilitó también la llegada a sus puntos más solicitados. Quizás no lo sabías pero este trayecto noble, además de conectarnos con los populares destinos de ocio y descanso, posee también recovecos poco explorados y menos concurridos que merecen la pena ser visitados. Te invitamos a descubrir nuestras cinco playas elegidas, en esta nota.

San Eduardo del Mar, Buenos Aires: Este lugar pertenece a una localidad del partido de General Pueyrredón, próxima a Chapadmalal, pero con menos gente aún. Posee un paisaje muy peculiar, diferente al resto, con una reserva dunícula (que los vecinos apodaron ‘lugar mágico’) que es muy cuidada, tanto por los lugareños como por los visitantes. En esta área protegida no se permite el acceso de vehículos motorizados como 4×4, cuatriciclos o motos, lo que hace que el sonido del viento, junto con las olas del mar, sea la orquesta protagonista. Esta peculiar ciudad balnearia cuenta con una playa llamada ‘La escondida’, haciendo honor a los sitios poco frecuentados, principalmente por los veraneantes. La tranquilidad y la conexión con la naturaleza, sin lugar a dudas, son los principales atractivos que ofrece San Eduardo.

Aguas Verdes, Buenos Aires: Un tranquilo sitio balneario perteneciente al Partido de La Costa que es ideal para ser visitado por familias o parejas que buscan alejarse del bullicio y las grandes aglomeraciones de gente. La inmensidad de sus playas, el cordón de dunas de casi 6 metros y su vegetación, hacen que este destino sea una gran opción para sumergirse en la naturaleza. Aguas Verdes se encuentra atravesada por una de las atracciones arquitectónicas más maravillosas del lugar: el famoso Castillo Duhau que puede verse desde los médanos de la arena.

Foto: @aguas.verdes.

Atlántida, Buenos Aires: Su nombre es igual al de la ciudad perdida que se hundió llevándose los secretos y el conocimiento de un período fundamental de la humanidad. No sabemos si está bautizada en honor a aquella civilización, pero lo cierto es que esta localidad de nombre homónimo, perteneciente al partido de Mar Chiquita, se caracteriza por ser una reserva forestal, donde los pinos y los eucaliptos son las estrellas indiscutidas. Este colchón verde nos abraza brindando tranquilidad y calma para los paseos que se complementan a la perfección con la amplitud de sus playas. Es un remanso casi único de nuestra costa, de tal magnitud que hasta el músico Roberto Goyeneche supo tener un refugio allí. Atlántida también funciona como un vasto polo gastronómico, provisto de las más variadas exquisiteces marinas y otras opciones para los visitantes.

Mar Azul, Buenos Aires: Bosque de pinos y acacias, calles de arena, playas espaciosas y tranquilidad absoluta. Esta localidad balnearia costera se encuentra a 350 kilómetros de Capital, en la localidad de Villa Gesell y ofrece la combinación perfecta de la energía del mar y un ambiente familiar de disfrute y relajación. Cuentan que, años atrás, la zona era muy popular entre las personas que hacían pesca deportiva por la rápida profundidad que ganaba el mar estando tan cerca de la orilla. Los alojamientos más populares son las cabañas, pero también hay hosterías y casas, todas rodeadas de árboles y de fácil acceso a la costa. De querer ingresar a la playa con vehículos todoterreno, en la calle 47 se encuentra el único ingreso de la zona sur.

Punta Médanos, Buenos Aires: Conocida por ser una de las playas más serenas de la región, esta ciudad se encuentra a 30 kilómetros de Pinamar, al sur de Mar de Ajó. Sus dunas monumentales hacen que sea un espacio perfecto para los amantes de la aventura que eligen las travesías en cuatriciclo y 4×4. Sus espacios agrestes, casi desprovistos de gente, nos conducen a uno de los íconos de este lugar: su antiguo faro. Además, durante el recorrido por la arena, se pueden ver los esqueletos de barcos que naufragaron encallados en la costa y, para los que les gusta sumergirse en las profundidades, los hay también en el fondo del mar. Caminatas, cabalgatas, avistaje de aves, deportes náuticos y pesca, son sólo algunas de las actividades que ofrece esta propuesta turística.