La ingeniería agreste del siglo XVI y una ruta atávica que unifica el territorio andino, se ven reflejados en un sendero ubicado en el extremo norte del territorio argentino.
Por Camila Gomez.
Jujuy, Salta, La Rioja, Catamarca, Santiago del Estero y Tucumán guardan en sus tierras la historia de nuestros ancestros. Todas estas provincias tienen una belleza natural extraordinaria, combinadas con caminos que relatan cómo fueron construidas las costumbres y tradiciones que tenemos hoy en día.
Cada paisaje norteño enmarca antiguas ruinas, fortalezas del período incaico, capillas coloniales, catedrales y basílicas. El legado de pueblos originarios, sus hallazgos arqueológicos y paleontológicos, junto con los múltiples lugares históricos, son atractivos fundamentales de la región.
Uno de los grandes imperdibles se encuentra en la provincia de Jujuy: el Camino del Inca. Este tramo del “Qhapaq Ñan” -que en idioma quechua significa “Camino principal” y hace referencia a la red prehispánica de sendas y estructuras de comunicación- se desarrolla entre las localidades de Valle Colorado y Santa Ana, una comunidad rural del departamento de Valle Grande, ubicada a 3333 metros de altura. Es una ruta ideal para realizar trekking con guía y conocer los corredores preincaicos.
Travesía a pie o a caballo
La excursión comienza en la Quebrada Grande. El recorrido tiene una extensión de 15 kilómetros ida y vuelta. En las tres horas que dura el viaje, los turistas podrán descubrir la obra tecnológica más importante de la América prehispánica: los cuatro caminos conocidos como el Chinchasuyu, el Antisuyu, el Cuntinsuyu y el Collasuyu.
De estos brazos se originó una red con depósitos donde los viajeros y caravanas descansaban, se alimentaban e hidrataban. Incluso, uno de ellos, recorría en sentido longitudinal la Quebrada de Humahuaca, con algunas bifurcaciones que entraban en las quebradas laterales a la Puna y los Valles orientales. Este sistema favorecía la interacción de valores sociales, económicos, culturales, tecnológicos, políticos e ideológicos de la época.
A medida que se desciende por el Camino del Inca, se puede observar la vegetación autóctona, la fauna, las construcciones y la riqueza arqueológica. Luego, se llega a un mirador con imponentes escaleras desde donde se obtienen increíbles vistas panorámicas con bosques de alisos y un sendero que baja al Valle Colorado.
El poblado desde donde nace la expedición se encuentra a 120 kilómetros de la ciudad de Humahuaca. Allí podrán realizar travesías en contacto con la naturaleza, caminatas, probar una comida regional y vivir experiencias de turismo rural.
Con un paisaje que resalta la Quebrada y la vegetación de las Yungas, se puede decir que Santa Ana cuenta con un panorama privilegiado, ideal para realizar trekking, cabalgatas, observación de flora y fauna, y adentrarse en el pasado de nuestra historia.