VILLA GIARDINO: un paseo por el jardín de PUNILLA
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Con las huellas de los pobladores prehispánicos aún presentes, la ciudad cordobesa espera con la naturaleza en todo su esplendor, un camino que invita a recorrer sus raíces y un vino que marida a la perfección con la tranquilidad de las sierras.
Las huellas que dejaron los comechingones aún siguen vigentes (y visibles) en muchas de las piedras que descasan al costado del cauce de ríos y arroyos de Villa Giardino. Los morteros tinimpalas no solo representan la confirmación de la presencia indígena prehispánica en estas tierras cordobesas sino que se han convertido en uno de sus tantos atractivos turísticos.
Esta ciudad, en pleno corazón del Valle de Punilla y que hasta es considerada su jardín, se encuentra a más de 1000 metros de altura sobre el nivel del mar, bajo los faldeos de las sierras chicas. Así, invita a quienes la visiten a perderse en paisajes naturales de ensueño mientras presenta su identidad cultural en todo su esplendor.
Un jardín para (no) perderse
Quien no pase por el Reloj floral para llevarse la postal característica, ¿realmente puede decir que estuvo en Villa Giardino? Este punto estratégico, construido en el 2010, y los boulevares rebalsados de flores coloridas que se cultivan en el vivero municipal, explican el por qué a la ciudad se la denomina el jardín de Punilla.
Pero la naturaleza explota también en el dique El Portecelo, construido en 1948 y que ostenta el galardón de reserva natural desde 1992 gracias a su diversidad de avifauna y flora. Su fiel ladero es el balneario homónimo, que también funciona como camping municipal. Fue inaugurado en 1968 y cuenta con piscina y diversos servicios.
Otra muy buena opción se encuentra a solo 20 minutos del centro, donde espera el balneario Quimbaletes, ideal para pasar un día rodeado de vegetación en un ambiente de paz y tranquilidad.
Parte de la historia
Hoy es todo un símbolo de la ciudad, pero antaño el molino de piedra colonial era utilizado cotidianamente para la molienda de los granos para todas las estancias de la zona. El ingeniero italiano Miguel Thea tuvo la brillante idea de construir un pequeño mirador en la parte superior de molino, que regalase una panorámica inolvidable del Río Grande y toda la inmensidad de Punilla. Disfrutar del espacio verde que lo rodea y visitarlo es obligatorio.
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Otro imperdible que sirve para profundizar en sus orígenes es el Camino de los Artesanos, que se extiende por casi 10 kilómetros por la ruta que conecta Villa Giardino con La Cumbre. Los comercios se encuentran abiertos todos los días de 10 de la mañana hasta la puesta del sol durante la temporada alta, y solo de viernes a domingo en la temporada baja. Más allá de los productos tradicionales a cargo de artesanos locales, también es posible disfrutar de una muy buena oferta gastronómica y de alojamiento a lo largo de todo el trayecto.
El maridaje perfecto
Y para saborear todo lo que ofrece Villa Giardino, los viñedos Nébula también deben ser parte del itinerario. Con sus puertas abiertas cada sábado y domingo desde las 12 del mediodía hasta que cae el atardecer, es posible realizar una reserva para almorzar y participar de una cata en un marco de privilegio: las sierras y las plantaciones de la vid.
Este viñedo joven, a cargo de tres hermanos amantes del buen vino, ofrecen a través de su restaurante los mejores platos y postres para maridar con ejemplares de Meteorito, etiqueta que es fruto del trabajo, la pasión y dedicación de varios años.
Por Christian Ali Bravo.
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