BIBLIOTECA NACIONAL – SU MAJESTAD, EL GLIPTODONTE
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UN EDIFICIO IMPONENTE HECHO A IMAGEN Y SEMEJANZA DE UN ANIMAL PREHISTÓRICO. ESTA ES LA HISTORIA DE NUESTRA BIBLIOTECA NACIONAL, OBRA EMBLEMÁTICA DE LA CIUDAD DE BUENOS AIRES QUE LLEVA LA FIRMA DEL ARQUITECTO CLORINDO TESTA.Hace un millón de años, lo que hoy es la Ciudad de Buenos Aires estaba habitada por mega-mamíferos, mastodontes que pesaban siete mil kilos y perezosos gigantes que medían más de cinco metros. Podría decirse que esta historia desmesurada comenzó entonces y continuó en 1961, con un concurso cuyo resultado se concretaría treinta años después. Sobre la puerta vidriada que mira de frente al río dice “Biblioteca Nacional Mariano Moreno”. Allí desemboca la explanada de acceso, el techo del depósito semi-enterrado y uno de los dos grandes elementos que componen el edificio; el otro es el famoso volumen suspendido.
DE LUNES A SÁBADOS A LAS CUATRO DE LA TARDE HAY VISITAS GUIADAS QUE PARTEN DEL HALL DE ACCESO. LA ACTIVIDAD, TANTO COMO LAS EXPOSICIONES TEMPORALES EN LA PLANTA BAJA, SON GRATUITAS PRESENTANDO DNI EN EL INGRESO.
Los arquitectos Francisco Bullrich, Alicia Cazzaniga y Clorindo Testa son sus autores. Generalmente Testa era responsable del concepto y el diseño general y sus colaboradores lidiaban con los detalles específicos. Así que el edificio es conocido como el ars magna del arquitecto italiano fallecido en 2013. El lote son tres hectáreas ubicadas entre las avenidas del Libertador y Las Heras donde había estado el Palacio Unzué, la Residencia Presidencial de Perón demolida después del golpe del 55. “Aquí vivió y murió quien en vida fuera la abanderada de los humildes, compañera Eva Perón”, reza la placa de la entrada que los turistas fotografían una y otra vez.Sala de lectura
Ubicada en el quinto piso, es el ámbito de acceso al fondo general de libros, integrado por más de 900.000 piezas. Cuenta con 400 puestos y funciona de lunes a viernes de 7 a 24.
Testa decía siempre que lo más interesante de este proyecto era el espacio con ese desnivel que hoy ofrece una vista singular desde la Avenida del Libertador: el imponente volumen posándose sobre los árboles como un símbolo, un ícono. Pero el terreno llevaba miles de años guardándole otra señal. Depósitos expandibles y el respeto del espacio público dejando zonas abiertas eran dos de las bases más importantes del concurso. Entonces Clorindo Testa tomó el esquema tradicional con salas de lectura abajo y depósitos arriba, y lo invirtió haciendo una biblioteca patas para arriba. Así dejó abierta la vista entre Austria y Agüero y le dio a las salas de lectura el fabuloso marco del Río de la Plata. La idea tomó la forma de un mastodonte con cuatro patas de hormigón que contienen las escaleras y sostienen el cuerpo. En términos de estilo puede alinearse a la corriente del brutalismo, un extremo del movimiento moderno que en la década del 60 (cuando se hizo el concurso) estaba en pleno auge, con la figura del suizo Le Corbusier a la cabeza. Se caracteriza por sus formas geométricas voluminosas y por dejar a la vista los materiales estructurales, especialmente el hormigón (el término viene del francés beton brut: hormigón crudo), pero también acero, vidrio y ladrillo.Hemeroteca
Está en el subsuelo y se comunica con su sala de lectura por medio de montalibros y escaleras internas.
La piedra fundacional de la construcción fue colocada en 1971 y durante la excavación, apenas a tres metros de profundidad, debajo de un gomero, apareció un gliptodonte. La máquina cortó y quedó un semicírculo de un metro cincuenta de diámetro, la caparazón partida al medio. “Ese gliptodonte había estado ahí debajo del árbol hasta que vino otro gliptodonte y lo reemplazó”, explicaba Clorindo, convencido de que su inconsciente y el de Bullrich y Cazzaniga ya había descubierto a ese enorme armadillo prehistórico y lo estaban replicando con su diseño.Sala del tesoro
Destinada a investigadores, está en el piso 3 y cuenta con 40 puestos, consulta digital, lectoras de microfilmes y acceso al catálogo. El tesoro incluye documentos antiguos, incunables y colecciones especiales de autores como Cortázar y Borges.Las marchas y contramarchas de la administración pública demoraron la consecución del proyecto otros veinte años y recién se inauguró el 10 de abril de 1992. Pero el arquitecto parecía entender su obra en un contexto más amplio, más poético. El Adán Buenos Aires de Marechal había encarnado en un gliptodonte el Espíritu de la Tierra y por ahí debían andar los pensamientos de Clorindo cuando le preguntaban por las demoras y citaba a Goethe: “Siguió su ritmo lento, sin prisa y sin pausas, como una estrella”.