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CONEXIÓN PATAGONIA

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El mítico hotel Llao Llao, el lago Nahuel Huapi y el fondo nevado de la Cordillera podrían ser suficiente, pero Bariloche se reinventa con una oferta de bares y servicios a la altura de las grandes ciudades latinoamericanas. Acorde a la tendencia, la bebida del momento tiene su templo en Cervecería Patagonia. En el kilómetro 24,7 del Circuito Chico, el lugar está ambientado como un refugio de montaña, con una vista del lago Moreno y el Llao Llao que realmente quita el aliento. Amplia variedad de cervezas y una curiosidad: el helado de lúpulo, un sabor entre dulce y amargo que vale la pena probar. A unos kilómetros, sobre Bustillo, Berlina ya es un clásico de la ciudad conocido por sus variedades poco comunes, como la Nina’s Pumpkin Ale, con calabaza y canela, o la Coffee Brown Ale, con maltas tostadas y granos de café. El triángulo lo completa Manush, la cerveza que supo ser el secreto mejor guardado de los NyC (nacidos y criados allí) y sólo se conseguía en el refugio Berghof, hoy tiene dos locales, uno en Neumeyer 20 y otro en el km 4 de Bustillo. Pero en Dina Huapi (a 15 km del centro) hay una gema para entendidos que se sale del mundo cervecero: la primera destilería de whisky single malt de la Patagonia. Los whiskys de Madoc se elaboran con maltas de cebada Pilsen argentinas, levaduras de cerveza y agua de deshielo de los Andes, con un proceso de doble destilación en alambiques de cobre, como el escocés.

EL MÍTICO HOTEL LLAO LLAO, EL LAGO NAHUEL HUAPI Y EL FONDO NEVADO DE LA CORDILLERA PODRÍAN SER SUFICIENTE, PERO BARILOCHE SE REINVENTA CON UNA OFERTA DE BARES Y SERVICIOS A LA ALTURA DE LAS GRANDES CIUDADES LATINOAMERICANAS.

Las posibilidades no se agotan en el alcohol: está Café Delirante, en Pioneros 4962, frente al Teleférico Cerro Otto, y los chocolates belgas de VanWynsberghe, con fábrica en el km 15 de Av. Bustillo y local en el paseo de compras del Llao Llao. Pero también hay navegación a vela, glamping en la montaña, actividades invernales, rafting, rapel y una inesperada tendencia en crecimiento, las bodas de alta montaña para dar el sí atados con arneses y con el paisaje de los lagos de fondo. El cocktail es tentador: encuentros, gastronomía, aventura y pasión… quién podría perdérselo. El jardín de la Patagonia A medio camino entre San Martín de los Andes y Bariloche, entre lagos, ríos y montañas boscosas, Villa La Angostura es un paraíso para los que quieren iniciarse en el esquí o para aquellos que quieren pasar unos días descansando. Con apenas 16 mil residentes, es un municipio pequeño pero con muchísimo para dar: el centro con el fondo de los picos nevados de la Cordillera es un paseo en sí mismo. Caminando por la avenida Nahuel Huapi se llega a la zona de puerto sobre el istmo de Quetrihué, que une las costas de las bahías Brava y Mansa y da nombre a la ciudad. Desde aquí se ingresa al anaranjado Parque Nacional Los Arrayanes, único arrayanal arbóreo del mundo. Por la mítica Ruta 40 hacia el norte se encuentra el Hotel Correntoso, el alojamiento más antiguo de la zona (incluso más que la propia Villa), en la desembocadura del lago que le da nombre y el Nahuel Huapi.

LA PATAGONIA ARGENTINA TIENE OPCIONES PARA TODOS LOS PÚBLICOS: DESDE HOTELES 5 ESTRELLAS A SOFISTICADOS GLAMPINGS Y LA MÁS VARIADA OFERTA DE DEPORTES INVERNALES.

El lujo del servicio y el paisaje en un solo lugar. Muy recomendable la navegación en catamarán saliendo desde el puerto Bandurrias hasta Inalco, cruzando el brazo Última Esperanza, donde se puede desembarcar para hacer excursiones. Otro infaltable de la Villa es el cerro Bayo, que, con un centro de esquí boutique y club de montaña, es ideal para novatos y para aquellos que se estén asentando en los deportes invernales. Se encuentra a tres kilómetros del Cruce, justo donde nace la ruta provincial 66. Un dato para tener en cuenta: apenas un kilómetro antes del estacionamiento del cerro hay un acceso que lleva a la cascada Río Bonito; son 200 metros de bajada a pie y se llega a un grandísimo salto de agua que cae a una hoya verde esmeralda sobre una fractura del terreno de rocas basálticas, rodeado de un espeso bosque de coihues. Un desvío que definitivamente vale la pena. La jornada se completa en Lobo Grill & Bar, un patio cervecero con música en vivo. Porque los placeres de la vida, cuanto más completos, mejor.