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EL LIBRO DE DOÑA PETRONA – LA DAMA REGRESA

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LA EDICIÓN 103 DEL RECETARIO MÁS VENDIDO DE LA HISTORIA DE LA GASTRONOMÍA ARGENTINA ES, SEGÚN SUS RESPONSABLES, LA DEFINITIVA. UNA HISTORIA DE VISIÓN A FUTURO, TENACIDAD Y VIGENCIA.

No se trata sólo de un simple compendio de recetas: El Libro de Doña Petrona es, sin dudas, la biblia de la gastronomía argentina. A lo largo de su historia, que comenzó cuando fue publicado por primera vez, hace 85 años, el extenso volumen se editó 102 veces y vendió más de tres millones de ejemplares. Ahora Editorial Planeta acaba de publicar la edición 103 y el acontecimiento tiene un sabor especial. Primero, porque es una edición revisada, ordenada y corregida que, como avisa la editorial desde la cubierta, tiene carácter de “definitiva”; y segundo, porque vuelve a poner en circulación, pero en versión lujosa y sobriamente diseñada, un recetario que acompañó la evolución que la cocina y la gastronomía argentinas experimentaron a lo largo del tiempo.


Como toda obra importante, el de Doña Petrona es más que un libro. En él se cifra la carrera de una verdadera emprendedora que, siendo muy joven y poco después de casarse con Atilio Gandulfo (el hombre que, sin saberlo, imprimiría para siempre su apellido en el imaginario popular), comenzó a trabajar en la compañía inglesa Primitiva de Gas promocionando sus cocinas (que venían a reemplazar a las de carbón o kerosén) y, 40 años después, era referencia absoluta de gastronomía argentina.

En el medio hay material para una novela o una película: de Santiago del Estero –donde nació Petrona Carrizo– a Buenos Aires, donde luego del éxito de sus demostraciones de cocina en el Bazar Dos Mundos llegaría el paso siguiente (y lógico): publicar un libro de recetas propias. Cuando lo logró, en 1933, a los 35 años y no sin esfuerzo ya que no sabía de holguras económicas, pavimentó para siempre el camino de su futuro. El libro –que en principio iba a tener unas 400 recetas y terminaron siendo más de 1000– tomó sendero propio y comenzó a venderse como pan caliente. Entraban y salían recetas acorde pasaban las ediciones y ella, Petrona C. de Gandulfo, se transformaba en simplemente “Doña Petrona”.
Luego llegarían la revista El Hogar, que le dedicó una página semanal a sus creaciones, la radio (programas en Argentina, Excelsior y El Mundo) y, más tarde, la televisión. Cuando había pasado los 60 años ya era una verdadera institución de los medios. Pero aunque su presencia fuera inconfundible –el hablar coloquial, adornado con acento provinciano; la manera familiar de relacionarse con Juanita, su eterna colaboradora; el infaltable delantal– había una base plantada allá lejos y hace tiempo, ese objeto que no faltaba en ninguna cocina argentina: su libro. Por eso, tenerlo hoy en las manos, con el prólogo de la edición de 1949 repleto de consejos que no son sólo de cocina, el amoroso texto introductorio de su nieta, Marcela (que con su hermano, Alejandro, custodian el legado de la abuela) y, sobre todo, esa entrañable e irrepetible colección de recetas (¿qué libro integral enseña hoy a preparar langosta Thermidor, a hacer caramelos y licores, a armar “fuentecitas” o a usar cantidades exorbitantes de manteca?) es como redescubrir un tesoro.

 

ESTAVERSIÓN DEFINITIVA DE EL LIBRO DE DOÑA PETRONA ESTUVO A CARGO DE LA EDITORA Y PERIODISTA ESPECIALIZADA EN GASTRONOMÍA LAURA VILARIÑO.