La vuelta al mundo
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Entrevista a Geraldine Maggi.
La creadora de “Matecito viajero” es terapista ocupacional y si bien ama su trabajo, decidió renunciar y darle rienda suelta a la pasión que le genera la travesía de ir de un destino a otro.
Por Carolina Barbosa.
Viajar ayuda al proceso del desapego y, sin lugar a dudas, Geraldine fue beneficiaria de esa alquimia. Logró escuchar lo que realmente la llamaba desde su interior y dejando sus miedos a un lado -o mejor dicho, con ellos a cuestas, pero sin permitir que la paralicen- se lanzó a la aventura de viajar sola y conocer el mundo. Hoy recorre todos los rincones de Argentina “Es difícil cuando me preguntan de dónde soy o dónde vivo, porque una tiene un poco el corazón dividido, pero ahora estoy en Buenos Aires, con mi novio en Caballito. Supongo que por un tiempo haremos base acá para seguir yendo y viniendo”, cuenta Geraldin.
La influencer se declara fan del mate, de ahí el nombre de su blog y sus redes sociales -Matecito viajero- porque ama todo lo que tiene que ver con esa infusión y el ritual que conlleva. Para ella, la gente es un factor muy importante a la hora de viajar y enamorarse de los sitios, por eso confiesa “Las personas y las costumbres de cada lugar son muy particulares. Tenemos un país con una misma nacionalidad, pero cada provincia tiene su estilo de vida distinto. Me está interesando mucho todo lo que tiene que ver con los pueblos originarios. Apunto a tener una mirada integradora de lo que pasó, a no quedarme con un discurso de odio. Nosotros somos producto de eso. Conocer nuestra historia, es un poco conocerse a uno mismo también”.
-Contame cómo fue la iniciativa de lanzarte a la aventura sola.
-A mí siempre me gustó viajar, pero generalmente lo hacía en pareja o con amigas. Me acuerdo que en el 2016 me separé y también me había recibido de Terapista ocupacional, fue un año muy movilizante en muchos aspectos. Me quería ir de vacaciones y nadie podía venir conmigo y me pregunté “¿Me voy a privar de hacer lo que quiero por estar sola?” Decidí irme a San Luis a conocer Sierra de las Quijadas que siempre fue mi sueño.
-¿Cuáles son las verdades y los mitos de viajar sola? ¿Hay algunas cosas que puedas decir para desmitificar y otras para empoderar a las mujeres que aún no se animan a hacerlo?
-Creo que hay mucho de lo social y cultural que, más allá de que no sea del todo explícito, aún está mal visto que una mujer esté sola en general. Todavía sigue resultando chocante ver a una persona del femenino disfrutando de lo que tenga ganas de disfrutar en soledad. Yo tengo 34 años, muchas de mi generación creen todavía que viajar con una misma es peligroso. Los que vivimos en Argentina, especialmente en Buenos Aires, estamos acostumbrados a los peligros, yo me crié en el Conurbano ¡imagínate! Cuando viajas, también tenes que cuidarte, forma parte de la vida y de esta cultura. La idea es no dejar de hacer las cosas que realmente nos apasionan por miedo. Lo que sí creo es, que si una está en duda o se siente insegura, lo bueno es encontrar un destino que te de cierta tranquilidad, o un tipo de viaje más organizado quizás. No hay una única manera de viajar, cada una tiene que descubrir la suya propia.
-¿Te encontraste con algo de esa mirada social que mencionaste recién cuando fuiste a San Luis?
-Si, claro. Yo estaba super orgullosa, con miedo, pero empoderada de cada paso que daba, desde tomarme un micro hasta ir a un lugar a comer. Me acuerdo que me había ido a Potrero de los Funes y me fui a un restaurancito divino, me senté sola, pedí una pizza y la gente me miraba y me sonreía como diciendo “¡Ay, pobrecita!” y yo no me sentía así, estaba genial. También fui conociendo personas en el camino, porque una de las cosas que se piensa erróneamente es que si viajas sola, vas a estar siempre así, y nada que ver. En ese primer viaje conocí a una pareja y terminamos alquilando un auto y recorriendo lugares juntos.
-¿Cómo te animaste a romper los esquemas y decidir que viajar sea tu modo de vida?
-Creo que en algún punto surgió desde la angustia, porque más allá de que yo amo mi profesión, sentía que no estaba haciendo lo que mi alma realmente quería, había algo más que necesitaba descubrir. Me agarró una crisis profunda y a partir de ahí empezaron los viajes, la vida nómade, conocer los trabajos de voluntariado, que nada tienen que ver con un trabajo formal. También soy sagitariana y eso me hace un poco impulsiva. No fui tanto de pensar en lo negativo que podía llegar a pasar, sino en todo lo bueno que había para descubrir. Si te ponés a pensar, es un poco absurdo, pasamos los primeros años de vida aprendiendo un montón de cosas y después estamos el resto de nuestros días tratando de romper con todo eso que nos parece obsoleto y nos hace ruido adentro.
-¿Cómo te llevas con la incertidumbre?
-Me llevo muy bien, me gusta, siento que ahí hay infinitas posibilidades. Creo que mientras más estructurado es todo, más me angustio. Obviamente hablo de una incertidumbre lógica. A mi me gusta tener una idea mínima de alojamiento cuando caigo a un destino. Para mí lo básico es tener el techo, después el resto se va armando. El secreto es fluir y dejar que se vayan dando las cosas que se tienen que dar.
-En tu blog y en tus redes hablás mucho de Turismo accesible ¿Tiene algo que ver con que sos terapista ocupacional?
-Estuve muchos años trabajando con discapacidad y me pasaba que las madres de los chicos de los que me ocupaba o mis pacientes adultas, querían viajar y les era difícil encontrar información en internet. Fui descubriendo que hay un montón de lugares en el país que tienen iniciativas accesibles, pero no están bien comunicadas. Por eso en mis viajes empecé a difundirlos. Yo misma me puse a pensar cómo es mi creación de contenidos en las redes sociales. Me di cuenta que si ponía una letra minúscula, la gente con alguna discapacidad visual, tenía dificultad para leerlo. Ahora uso mayúsculas y también busco los contrastes de colores. Hay que romper con las ideas preconcebidas sobre la discapacidad. Yo trabajé mucho en salud mental y te digo que son más las barreras actitudinales con las que te encontrás, que las barreras físicas.
-¿Cuáles son tus lugares favoritos de Argentina y por qué?
-Ahora en febrero me fui al Calafate y al Chaltén con mi novio, él se tuvo que volver y seguí viajando sola hasta Ushuaia, parando en todos lados. Hice casi todo el recorrido en buses, me encanta viajar en Micro, así que lo disfruté mucho. Tierra del Fuego me maravilló, el paisaje es hermoso y la gente es increíble. Estuve en Tolhuin, un pueblito re chiquito y volví a experimentar esa bondad tan característica del interior. Otro destino que me fascinó fue Catamarca, estuve en Fiambalá, Belén, Londres. Conocí paisajes increíbles y me pasó lo mismo con la gente, super abierta y amable.
-¿Qué te da el hecho de viajar que no encontrás en otra cosa?
-La diversidad. Siento que todo es tan inmenso y me falta tanto por conocer que no me da el tiempo. Es super enriquecedor expandirse al mundo. Conocer otras formas de vida y tradiciones me apasiona. Hay que estar muy abierto para entrar en contacto con otras culturas y no juzgarlas, de todo se aprende y ahí uno evoluciona.
¿Dónde la encontrás? En sus redes sociales
Instagram:@matecito.viajero