SOFÍA WILLEMOËS – SOÑAR EN GRANDE
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SUS ONÍRICOS MURALES SE CONVIRTIERON EN SINÓNIMO DE ESTILO EN DECORACIÓN Y SU NOMBRE, EN MARCA REGISTRADA. EMPRENDEDORA ENTUSIASTA, ESTÁ LISTA PARA ABRIR SU PRIMERA TIENDA EN LA GRAN MANZANA.
Linaje de mujeres (muchísimas tías y una abuela emprendedora que, sin quererlo, fue como un faro para ella) y crianza entre hombres (dos hermanos menores). Con esa mezcla y un amor repartido entre el campo (Pergamino) y la ciudad (primero La Plata, luego Buenos Aires) se crió Sofía Willemoës, abogada de profesión y hoy una auténtica mujer marca, cuyo emprendimiento de decoración y diseño se transformó en muy pocos años en una pujante empresa internacional. Al principio reciclaba muebles antiguos pero en pocos meses encontró su identidad plena con los murales y wallpapers que revisten desde el coqueto set de Mirtha Legrand hasta las modernas oficinas locales de We Work. Hoy Sofía está instalada en Nueva York proyectando abrir pronto su propio local.
–¿Te sentís identificada con la palabra “emprendedora”?
–Totalmente. A mí me encanta el término, quizá sea menos cool que el de diseñadora, pero de veras siento que si no hay un buen emprendedor detrás de un proyecto, es muy difícil que pueda sostenerse en el tiempo. Y por otro lado, creo que siempre estaré emprendiendo cosas, incluso no relacionadas al diseño. Lo que más me gusta es eso: idear, generar equipos, proyectar y concretar.
–¿Siempre fuiste así?
–Sí, de hecho arranqué con mi primer emprendimiento cuando aún era menor de edad. Mis padres me tuvieron que emancipar para poder hacer una SRL. Tenía 19 y para ese trámite tenés que tener 21.
–¿De qué era esa SRL?
–Era una agencia de publicidad y promociones. Trabajaba con una publicista y armábamos plan de promociones para las empresas. Aprendí muchísimo de esa pequeña experiencia. Para empezar, que nunca tenés que poner guita de más. Y que los clientes son fundamentales. Y una cosa más, aprendí a no achicarme ante nada. Eso es fundamental.
LA DISEÑADORA FUE SELECCIONADA ENTRE LAS “30 PROMESAS” DE LA REVISTA FORBES POR UN JURADO DE EXPERTOS.
–¿Y cuál fue el clic que te impulsó a lanzarte con un proyecto propio? Antes de hacerlo, ya eras socia de un importante estudio de abogacía, algo que muchos de tus colegas anhelarían.
–No sólo eso, tenía 28 años, de los cuales le había dedicado 10 a ese estudio casi por completo. Yo no puedo dejar de sentir que lo que impactó mucho para esto fue el embarazo de mi primera hija, Charo. Ella me despertó algo que tenía como dormido. Si bien hice la carrera de Derecho en tiempo y forma y me iba muy bien, esa profesión no me apasionaba, no me llenaba del todo. Mi hija hizo que pueda reconectarme conmigo misma, con mis emociones y con mis ganas de hacer.
“CREO QUE SIEMPRE ESTARÉ EMPRENDIENDO COSAS, INCLUSO NO RELACIONADAS AL DISEÑO. LO QUE MÁS ME GUSTA ES ESO: IDEAR, GENERAR EQUIPOS, PROYECTAR Y CONCRETAR”
–¿La mirada internacional la tuviste siempre?
–No tanto. Al principio me superaba Buenos Aires, imaginate Nueva York… No era algo que estuviese en mi cabeza. Todo se fue dando muy de a poco y aún siento que recién estoy arrancando acá.
–¿Cómo se ajusta tu vida personal a esta nueva vida neoyorkina?
–Bien. Primero vinimos nosotros tres: Charo, que ya tiene 9 años, e Hilario que tiene 6. En breve vendrá mi marido.
–¿Sos de soñar en grande?
–Sí. En general me encanta soñar e ir para adelante. No suelo mirar demasiado para atrás, lo cual entendí que también tiene su costo ya que te dificulta aprender de tus errores. Pero sí, en mi vida siempre tuve esa sensación de que no existen los imposibles.