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Top 5 destinos para una escapada romántica 

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Foto: Rina Huanco.

Por Gimena Bugallo y Carolina Barbosa.


¿Alguna vez te preguntaste qué es exactamente aquella sensación física que emerge y sacude el alma entera cuando las miradas se encuentran, las manos se enriendan y dos bocas se hacen una? Y es que el amor, cuando se hace presente, irrumpe de maneras desorbitantes en nosotros, como una fuerza que nos acompaña, nos impulsa y nos invita (¿por qué no?) a reconocernos.

Etimológicamente, la palabra amor viene del latín y está compuesta por el prefijo “a”, que significa sin, y el vocablo “mors”, que equivale a muerte. La traducción literal es “sin muerte”, por lo tanto, podemos decir que el término amor, significa “vida eterna”.

Pero, ¿cómo nace el Día de los Enamorados? La historia cuenta que, en la antigua Roma, se celebraba una fiesta pagana llamada Lupercalia, como ritual de fertilidad. Con la aparición del cristianismo, la misma fue sustituida por la del 14 de febrero, a partir de la muerte de Valentín y en conmemoración a él. Aparentemente, este médico devenido en sacerdote, se opuso a la prohibición dictada por el emperador Claudio II, quien proclamaba que los soldados no estaban autorizados a contraer matrimonio dado que, aquella unión, los debilitaría para luchar. Por no estar de acuerdo, Valentín fue ejecutado. 

Años después, comenzó a circular una historia que le volvió a dar un significado importante a la fecha. El noble, militar y poeta parisino, Carlos I de Orleans, fue capturado en la batalla de Azincourt, uno de los enfrentamientos clave de la sangrienta Guerra de los Cien Años. Si bien el triunfo se lo llevó Francia, con el ejército al mando de Juana de Arco, el duque prisionero, le escribió una carta de amor a su mujer, Bona de Armagnac. Tras más de 20 años en cautiverio en una torre, Carlos I fue liberado y regresó a su país natal pero Bona murió durante la espera. Dicen que, de ser cierta la historia de este escrito, esta sería la carta de amor de San Valentín más antigua del mundo.

En honor a quienes han hecho historia y sumándonos al festejo de este día, les compartimos cinco destinos para celebrarlo en pareja, disfrutando de los escenarios, siendo “mucho más que dos.”

Salto Yasy, Misiones: Es impactante la caída de las aguas de nuestras cataratas y más, si uno se encuentra casi solo con ellas. Saliendo de la aglomeración turística, te presentamos este lugar espectacular, que se encuentra fuera del circuito tradicional de Iguazú, a sólo 40 minutos de allí. Como todo espacio preciado, el hecho de llegar hasta él, requiere un poco de valentía y un atisbo de aventura: sólo se accede por vía acuática y se puede optar entre lancha, kayak o una combinación de ambas. La majestuosidad del descenso de las aguas, la olla que se forma y la posibilidad de bañarse ahí, hacen que la travesía valga la pena. Un dato curioso es que la palabra ‘Yasy’ significa luna en guaraní, por ende, podríamos traducir el nombre de este sitio como salto hacia la luna: aquí los enamorados no se regalan la luna, sino que saltan juntos hacia ella, desafiando todas las leyes de la gravedad.

Foto: Estrella Herrera.

Playas Doradas, Río Negro: Calma, arenas relucientes y el sonido del mar. A 32 kilómetros de Sierra Grande se asoma uno de los espacios del Golfo de San Matías que más impacta por sus costas de cuarzo y conchilla, que le otorgan un brillo especial y único. Las condiciones de la playa la hacen ideal para aquellos que vienen en busca de desconexión con el pavimento por su tranquilidad inmensurable. Es también elegida por aquellos fieles a los deportes acuáticos, fundamentalmente el kitesurf. Las calles de este lugar son nombradas a partir de las diferentes especies de aves autóctonas de nuestra fauna, como por ejemplo, Benteveo, Cardenal y Carpintero. Acompañar la visita a la playa con las delicias de mar que nos ofrece este lugar es casi un ritual: vieiras, cornalitos, langostinos, mejillones y rabas, todas forman parte de las opciones de platos más elegidas.

Foto: Martín Brunella.

Carachi Pampa, Catamarca: A 70 kilómetros de la localidad de Antofagasta de la sierra, encontramos este paraíso en medio de la puna catamarqueña que además, está a más de 3000 metros de altura. Es recomendable realizar el recorrido contratando un guía por lo inhóspito del lugar. La laguna Carachi es un oasis en medio de la aridez del altiplano, poblado por una magnífica colonia de flamencos. Debido a las actividades en tiempos remotos del volcán que allí se yergue, se formaron espectaculares vistas de contraste que oscilan entre la erosión volcánica y las aguas de la laguna. Las tonalidades de esta última varían de acuerdo al clima. Hoy, reina la paz y la calma absoluta, por lo que es un paraje para disfrutar en completa comunión con nuestra alma compañera. Las dunas, el Campo de piedra Pómez y la Sierra de los colorados, son parte de los atractivos del lugar.

Termas del Río Jordán, Jujuy: En la comunidad de San Francisco, una localidad dentro del departamento de Valle Grande en Jujuy, se esconde un oasis de aguas cálidas, de tonalidades turquesas y tintes esmeraldas. Estos piletones en la selva de montaña están mineralizados, por ello presentan un color tan peculiar y distintivo, digno de cualquier paraíso. Dicen los lugareños que es ideal sumergirse en ellos para aliviar cualquier problema que pueda presentarse en la piel y su profundidad puede llegar hasta los 3 metros inclusive. La caminata para llegar a ellas tiene una dificultad media, debe hacerse con guía, llevar agua para hidratarse, bolsos o mochilas livianas y calzado adecuado. Se recomienda visitarlas de abril a octubre ya que las lluvias estivales enfrían los ojos termales.

Foto: Rina Huanco.

Usuahia, Tierra del Fuego: Fin del mundo, comienzo de todo. Sabemos que este punto es muy reconocido y visitado por muchos pero, ¿quién no se iría con su pareja hasta el final? Dueña de una ubicación geográfica única –recordemos que es la ciudad más austral del mundo-, Ushuaia nos deleita con todo tipo de posibilidades: desde excursiones de aventuras, avistaje de aves, vuelos en helicóptero y navegaciones hasta experiencias gastronómicas del más alto nivel. El hecho de estar rodeada por la imponente cadena montañosa del Martial, hace de ella, un lugar de ensueño. La experiencia de navegar por el Canal de Beagle es inigualable: se sale del muelle turístico local, pasando por la isla de los lobos marinos, hasta desembocar en el Faro Les Eclaireurs (conocido popularmente, pero mal llamado, como el Faro del Fin del Mundo). Esta es, sin duda, una de las postales más románticas para inmortalizar junto al ser amado. A sólo 12 kilómetros de la ciudad, se encuentra el Parque Nacional de Tierra del Fuego que ofrece hermosas vistas hacia los lagos, las bahías y la vegetación, además de contar con la excursión de cuento del Tren del Fin del Mundo.

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