TRADICIÓN pura: estas son las 4 mejores PEÑAS de SALTA
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Disfrutar de la gastronomía y el folklore es una experiencia obligada para quienes visiten una de las ciudades más emblemáticas del Norte argentino. Y para ello hay peñas que noche tras noche regalan espectáculos y sabores tan inolvidables como autóctonos.
“Soy un cantor de artes olvidadas que camina por el mundo para que nadie olvide lo que es inolvidable: la poesía y la música tradicional de Argentina”. La pluma de Atahualpa Yupanqui dibujó esta frase que las peñas norteñas noche tras noche se encargan de honrar, adicionando un condimento por demás importante: platos bien típicos de la región.
Así, se han convertido en un atractivo turístico por sí mismo. Y quien visite las tierras norteñas y no viva la experiencia de disfrutar de una noche en una peña, se perderá gran parte de la magia del lugar. En Salta capital las opciones abundan y combinan el tan tradicional folklore con la identidad propia de los sabores locales.
1. La Casona del Molino
Una casona colonial antiquísima, cuyas paredes de adobe datan del siglo XVII, es la que acobija a una de las peñas más tradicionales de la ciudad de Salta. Ubicada justo en la esquina de Luis Burela y Caseros, supo ser punto de encuentro de escritores, poetas, músicos y demás personalidades famosas y reconocidas. Hoy, la Casona del Molino sigue vibrando con el folklore y la gastronomía local como banderas.
Gracias a sus grandes dimensiones y distribución, permite que en cada habitación de la casa se arme una peña distinta, producto de guitarreadas espontáneas y músicos que ya son habitués de la casa. Así, el visitante podrá elegir con qué música deleitarse mientras prueba platos típicos de la región, acompañados de los mejores vinos salteños.
La Casona del Molino abre de martes a domingos, de 12 a 15 y de 21 hasta las 4 de la mañana, y es recomendable contar con reserva previa, ya que nadie quiere perderse sus empanadas, locro, humitas y tamales. La música, por supuesto, nunca va a faltar en el menú…
2. Peña Boliche Balderrama
“Si no conoce Balderrama, no conoce Salta”. El lema de la Peña Boliche Balderrama es casi una invitación ineludible a pasarse una noche y disfrutar de la magia de un lugar que abrió sus puertas hace exactamente 70 años y que está más vigente que nunca.
Reconocido como el templo mayor del folklore, de martes a domingo espera con sorprendentes espectáculos folklóricos y una muy buena propuesta gastronómica, en la cual se destacan el locro, el cabritos y las empanadas. ¿Para acompañar? La mejor selección de vinos de altura.
Ubicada en la avenida San Martín 1126, la peña fue cuna de diversos artistas, cantores y poetas. Hoy, continúa mostrando con orgullo la cultura salteña en su máxima expresión.
3. La Vieja Estación
Si bien el paseo Balcarce es el epicentro donde confluyen muchas de las peñas de la ciudad de Salta, La Vieja Estación ostenta el galardón de haber sido pionera en la zona. Tras sus inicios como el Centro Cultural Jorge Cafrune, fue transformándose y evolucionando hasta lo que es hoy: un espacio donde conviven lo tradicional del folklore con una propuesta gastronómica de alto nivel.
En un salón que gracias a su decoración enseguida traslada a los comensales a las raíces culturales salteñas, es común ver cómo las jarras de vino, los tamales, y las cazuelas de cabrito circulan sin cesar por las mesas que se disponen a disfrutar de los shows en vivo.
Las puertas de Balcarce 875 están abiertas todos los días, desde las 8 de la noche hasta bien entrada la madrugada, para quienes deseen vivir una experiencia bien salteña.
4. La panadería del Chuña
De lunes a lunes. Desde hace más de 10 años, la Panadería del Chuña no conoce el descanso. Establecida como una de las peñas más populares de la calle Balcarce, ofrece la mixtura perfecta entre los platos más típicos de la región y el infaltable folklore autóctono.
El propio Chuña es quien se encarga de dar la bienvenida y dar paso a los diferentes grupos que desfilan, uno tras otro por el escenario, para que cada cena sea realmente única. Y no llama la atención que el salón se convierta en una improvisada pista de baile. De hecho hay algunos comensales más osados que hasta se atreven a subir, tomar el micrófono y cantar.
El picante de pollo, la cazuela de cabritos y tamales son algunos de los destacados en una carta en la que los platos regionales son los principales protagonistas.
Por Christian Ali Bravo