BARILOCHE EN BLANCO, NEGRO Y GRIS
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Por
Ana Vainman
EL FOTÓGRAFO DIEGO ORTIZ MUGICA PRESENTA UNA MUESTRA QUE RECORRE SUS CUARENTA AÑOS DE TRAYECTORIA. PAISAJES DE UNA DE LAS REGIONES MÁS IMPACTANTES DEL SUR ARGENTINO RECAPITULAN SU PARTICULAR MIRADA A TRAVÉS DE LA CÁMARA Y EL TRABAJO EN LABORATORIO.
“Era un adolescente cuando llegué por primera vez al sur en auto junto a mi mamá y a mi hermano Fernando. Allí, en ese momento, sentado en ese asiento trasero derecho… ¡pensé que mi corazón iba a estallar! Tanta belleza, tanta armonía y tanta luz me enamoraron para siempre”, cuenta el fotógrafo Diego Ortiz Mugica sobre el paisaje que inició su relación apasionada y obsesiva con la Patagonia.
–¿Qué significa esta muestra para vos?
–Mucho. Es un reconocimiento al lugar donde desarrollé mi vocación como fotógrafo y surge de una deuda interna pendiente que tenía. La idea y las ganas estaban, pero cobraron verdadera forma y se concretaron cuando Silvia, del Hotel Cacique Inacayal, me buscó en una muestra que yo estaba haciendo en Buenos Aires y me propuso hacer una exposición en su espacio, que es maravilloso.
–¿Por qué Bariloche?
–Porque es mi lugar en el mundo. Lo supe desde muy joven, la primera vez que visité la Patagonia. Como decía anteriormente, mi vocación se desarrolló en Bariloche, la mayoría de mis fotos son de sus alrededores. Me enamora y deslumbra cada vez. Una y mil veces.
–En tus fotos hay un contraste de texturas muy logrado. ¿Cómo trabajaste ese efecto?
–Utilizo una técnica denominada Sistema de Zonas, cuyo concepto consiste en imaginarte la copia final al momento de la toma. De esta manera puedo predeterminar las texturas.
–¿Y la luz, cuál fue tu búsqueda en ese sentido?
–Cada momento del día, cada cielo, tiene una luz única. Es un desafío y al mismo tiempo una pasión poder capturar la belleza de cada una de ellas.