El confín de la esperanza
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Escondido en el brazo más largo del Lago Nahuel Huapi, este rincón de Bariloche recibió a personalidades como Roosevelt y el Che Guevara, y hoy deslumbra con sus aguas cristalinas y una selva única en el mundo.
Por Christian Alí Bravo.
Hay destinos ineludibles, puntos en el mapa que deben ser visitados casi por obligación. Qué decir entonces de Puerto Blest, este rincón único del Sur argentino que fue parte del mítico Cruce Andino hace más de cien años y hoy deslumbra con la inmensidad de su paisaje.
Aquí mismo, las verdes aguas del Río Frías se unen con las azules del Lago Nahuel Huapi, y la selva valdiviana despliega una vegetación similar a la que existió hace 65 millones de años.
Puerto Blest descansa en el brazo más largo del Nahuel Huapi, en la provincia de Río Negro, y durante su imperdible itinerario une la ciudad de San Carlos de Bariloche con el Lago Frías y la Cascada Los Cántaros, ubicada del lado neuquino del mapa.
Punt de partida
El paseo se inicia en el pintoresco Puerto Pañuelo, en la Península de Llao Llao, a unos 25 kilómetros del Centro Cívico de Bariloche (en caso de no contar con vehículo, la excursión también ofrece el servicio de traslado hacia allí). Durante la navegación, se avista la Isla Centinela, en donde descansan los restos de Perito Francisco Pascasio Moreno, padre de los Parques Nacionales del país. Las gaviotas, fieles compañeras de viaje aunque veloces y rapaces, intentarán ganarse una galleta a cambio de una foto o video inolvidable para los miembros de la tripulación.
Una vez que se cruza el punto más profundo del lago, donde comienza la península de Puerto Blest, es necesario apuntar el primer momento mágico de la travesía: allí convergen el Río Frías y el Lago Nahuel Huapi; y dado que las aguas del Frías poseen partículas minerales que hacen que su color sea verde, forman un contraste armónico con el devenir azul del oleaje del Nahuel Huapi.
Tierra firme
Tras una hora de navegación, el imponente BLEST corpóreo invita a desembarcar y pisar una tierra cargada de historia. Dado que Puerto Blest se encuentra próximo a la frontera con Chile, formaba parte de una importante ruta comercial con el país vecino: la excursión recorre ese mítico Cruce Andino que se realizaba hace más de cien años, aunque los antecedentes son más antiguos. La ruta la utilizaron siglos atrás los jesuitas, en su camino evangelizador desde Chile hacia la Argentina, y mucho antes los Huilliches, etnias nativas de la región del sur chileno.
Puerto Blest fue bautizado inicialmente como Puerto Esperanza, aunque luego cambió su nombre para homenajear al Dr. Juan Blest, quien fuera amigo de Francisco Fonck, alemán que se destacó como explorador en el sur de Chile y la Argentina y decidió honrarlo de esa manera.
A lo largo de su historia, este sitio ha visto pasar a importantes personalidades, tal como cuenta Yanina Coria, responsable de Marketing en Turisur, concesionario del área de Puerto Blest y único proveedor del paseo: “En 1913, cuatro años después de culminar sus ocho años como presidente de los Estados Unidos, Theodore Roosevelt realizó una expedición por Sudamérica que lo trajo a Puerto Blest. Otro ejemplo fue el de Ernesto Che Guevara, quien cruzó la Cordillera de los Andes por el paso Pérez Rosales junto a su amigo Alberto Granado en su motocicleta conocida como ‘La Poderosa’, y efectuó la misma navegación que se realiza actualmente”.
Elige tu propia aventura
Puerto Blest pone a disposición dos opciones tan distintas como interesantes. Los amantes de la navegación podrán volver a embarcar, pero esta vez para recorrer el Lago Frías (tiene un costo extra). Para ello, serán trasladados en ómnibus hasta Puerto Alegre, a 3 kilómetros de distancia, para zarpar a las mágicas aguas del lago. Su particular y llamativa coloración verde se debe a las diminutas partículas de roca pulverizada, provenientes del roce del glaciar con las paredes del cerro Tronador. Justamente la imponente cumbre blanca del cerro sobresale entre el paisaje boscoso, y sólo se puede apreciar desde la embarcación. Tras navegar unos veinte minutos, se arriba a Puerto Frías, cercano al límite con Chile, para recorrer la zona.
Quienes prefieran el trekking, tendrán un menú bien variado, ya que existen diversos senderos debidamente señalados, respecto de su duración y dificultad. Si bien la fauna en la Patagonia es más nocturna, es posible divisar aves de distintas formas y tamaños, como el cóndor. Entre los animales más tímidos se encuentra el huillín, el zorro y el monito del monte. La flora se compone de grandes hojas de nalca, helechos, lianas y árboles milenarios como el alerce.
Uno de los caminos deriva en Puerto Alegre, y durante el trayecto se pueden descubrir pequeñas ventanas entre la vegetación, que permiten espiar las aguas del Lago Frías. Otros eligen la tranquilidad de la playa, para disfrutar de la inmensidad del paisaje y sus caprichosos colores. Una última opción (quizás la más exigente), es la que une Puerto Blest con el sendero al Lago de los Cántaros, que permite adentrarse en lo profundo de la selva valdiviana y respirar su inmensidad. El punto de llegada de esta caminata es la Cascada Los Cántaros, inicio de la siguiente aventura en Puerto Blest.
Jurassic Park
Una vez que los pasajeros que embarcaron hacia el lago Frías retornan de su paseo y se unen a quienes recorrieron los secretos de Puerto Blest a pie, todos vuelven a bordo para cruzar de Río Negro hacia Neuquén, en un viaje express de sólo 5 minutos. Del otro lado de la orilla espera la Cascada Los Cántaros, rodeada de aquellos turistas que hayan elegido la caminata detallada anteriormente.
El sendero de más de 700 escalones permite recorrer tres miradores, desde donde se pueden apreciar vistas muy diferentes del Lago Cántaros, lugar de nacimiento de la cascada. Al final del recorrido, espera, paciente y estoico, “El Abuelo”, un árbol de más de 450 años de antigüedad.
Pero este alerce milenario no es la única maravilla, ya que la selva valdiviana que envuelve a la cascada es realmente única en el mundo: se encuentra en un clima frío y además presenta flora en varios de sus estratos. El bosque valdiviano es considerado un ejemplo de bosque puro: posee una base natural formada a lo largo de 13 mil años, apoyada en un estrato inicial de roca y de arena volcánica, cubierto por turbas, hojas, humus y gran cantidad de musgos y helechos. Su aislamiento geográfico y los suelos muy fértiles posibilitaron el desarrollo de una gran cantidad de especies endémicas a lo largo de su superficie, que es de aproximadamente 300 mil kilómetros cuadrados.
Yanina Coria entrega una descripción certera de un lugar en el que la naturaleza se manifiesta en su máxima expresión: “Los paisajes son realmente sacados de una película. La selva valdiviana aporta una vista frondosa, con lianas y árboles milenarios, y por ello se cree que este tipo de vegetación es lo más cercano al entorno en el que vivían los dinosaurios. Puerto Blest es uno de los lugares donde más llueve en el país y esto es sumamente importante, ya que permite que la vegetación se mantenga siempre verde”.
Bonus track
Una vez que se completa el recorrido de la cascada, se debe emprender el regreso, aunque Puerto Blest tiene guardada una sorpresa para quienes se hayan enamorado del lugar y quieran extender su permanencia. Se trata de un hotel que fue fundado en 1904 y construido íntegramente en madera, cuando el tránsito comercial entre la Argentina y Chile era intenso, y ese paso cordillerano era el principal de la región.
La edificación actual permaneció varios años cerrada por remodelaciones y reabrió sus puertas en 2015: hoy es un moderno hotel que conserva detalles del estilo y del encanto arquitectónico histórico, ideal para quienes quieran pasar la noche allí y seguir embarcados en la gran aventura que es Puerto Blest.
Datos
La terminal de ómnibus de San Carlos de Bariloche se encuentra en 12 de Octubre 2400.