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Postales del litoral 

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Por Guido Piotrkowski.

Relajar en sus playas y aguas termales, caminar por sus reservas naturales y conocer su rico patrimonio cultural, son parte de un paseo que estimula los cinco sentidos. Guía para conocer los secretos mejores guardados de esta provincia con aire inequívoco de tierra prometida. 


Paraná, o “pariente del mar” en guaraní, es el nombre de un gran río. Y es también el nombre de una preciosa ciudad, Paraná, que es la capital de Entre Ríos y está ubicada a 485 kilómetros de Buenos Aires. Rodeada de una naturaleza exuberante, es una urbe litoraleña de 340 mil habitantes que respira aires de pueblo. Sus características cuchillas (grandes barrancas) regalan hermosas vistas y atardeceres que conforman una de las más hermosas postales del litoral argentino.

Un recorrido tentativo para adentrarse en la placidez de Entre Ríos podría arrancar por el Parque Urquiza, un gigantesco pulmón y mirador natural de 44 hectáreas con senderos, un anfiteatro y numerosas obras de arte. A continuación, la Plaza Primero de Mayo, emplazada en el lugar donde se encontraba el fuerte que dio origen a la ciudad, tiene a su alrededor edificios gubernamentales y emblemáticos como la Catedral, el ex Senado de la Confederación y el Palacio Municipal.

Paraná cobija una historia que se refleja a cada paso: algunos de los hechos más relevantes de nuestra historia se dieron en este lugar, y eso se ve reflejado a través de un rico patrimonio histórico y cultural en estos edificios, monumentos, museos e iglesias.

Pero nadie puede irse de este sitio sin disfrutar del río, protagonista excluyente. Al Islote Curupí se puede llegar en kayak o canoa. Es un área natural protegida de catorce hectáreas que atesora una selva en galería, más de sesenta especies de aves diversas, variedades de árboles y el museo isleño Mbiguá. En el río se puede disfrutar de diversas actividades acuáticas: paseos en lancha, windsurf, kitesurf, stand up paddle, esquí acuático, remo, kayak. Y pesca deportiva, claro, porque el Paraná se caracteriza por su buen pique. Hayque tentar suerte para con alguna de las especies que nadan por aquí: boga, surubí, dorado, sábalo, entre otros, que además son un clásico de la gastronomía local.

La Catedral Metropolitana fue construida en 1883 y declarada Monumento Histórico Nacional en 1942. De estilo renacentista, tiene 33 bellísimos vitrales traídos de Francia. El Teatro Municipal 3 de Febrero fue inaugurado en 1908 y declarado Histórico Nacional en 2008. En este coliseo se inauguró la Asamblea Nacional Constituyente de 1994, y fue especialmente remodelado para la ocasión. El actual Colegio Nuestra Señora del Huerto, declarado Monumento Histórico Nacional en 1942, fue el lugar donde funcionó el Senado de la Confederación Argentina cuando Paraná fue sede del gobierno, en 1854. La Casa de Gobierno, conocida como Casa Gris, se construyó entre 1884 y 1900 y recibió el título de Monumento Histórico Nacional en 1942.

Ubicada a 290 kilómetros de Paraná y a 230 de Buenos Aires, Gualeguaychú es famosa por su carnaval. Pero más allá de la fiesta ícono, la ciudad invita a relajarse en sus playas y termas, a recorrer sus reservas naturales y conocer su rico patrimonio cultural. A pasear en lancha y develar los secretos de la infusión nacional por excelencia en el Patio del Mate. Por eso es el destino ideal para continuar con el recorrido.

Sus costas de arenas blanquísimas sorprenden a la vera de los ríos y Gualeguaychú, donde además de echarse al sol y ver atardeceres memorables, se pueden practicar actividades náuticas. El balneario más conocido y pintoresco es el Ñandubaysal, una playa de un kilómetro y medio rodeada de bosque nativo.

Si la opción es ir por los baños termales, acá hay dos complejos: Termas del Guaychú, que tiene varias piletas, una reserva ecológica y spa; y las Termas de Gualeguaychú, con cuatro piletas termales (dos de ellas cubiertas) y un parque acuático para chicos. Ambos tienen hospedajes y restaurantes.

Para tener una visión panorámica, los paseos en el río resultan ideales. Las lanchas pasan frente al Balneario Municipal y las playas privadas, luego se adentran en la península. Más Adelante, navegan por una zona de selva en galería, característica de estas tierras, donde el río se hace más agreste y es el hogar de los mamíferos más grandes de la zona: el carpincho, la nutria, el lobito de río y el yaguareté, que da nombre a este río. Los chaná, pobladores originarios, lo llamaban Jaguar Iguazú, o el Río Grande del Yaguareté. Los españoles lo castellanizaron y así fue que recibió el nombre de Gualeguaychú.

El Patrimonio Cultural resalta la historia de poetas y carnavales en sus museos: del Museo Histórico al del Carnaval, del Agropecuario al Ferroviario, del Arqueológico al de la Memoria. Además, una antigua casona ubicada en el centro de la ciudad abre sus puertas al mundo del mate, en esta región donde matear es casi una religión. Si pensábamos que sabíamos todo acerca de nuestra infusión más preciada, aquí está Mario Boari, dueño del Patio del Mate, un erudito en la materia, para desasnarnos en esta bebida tan tradicional y aferrada a nuestras costumbres.

Pero es probable que muchos conozcan la provincia de Entre Ríos por ser la cuna del Parque Nacional El Palmar. Más de cincuenta años atrás, este parque era una estancia ganadera que atesoraba uno de los últimos palmares de yatay, una especie autóctona que puede vivir entre doscientos y cuatrocientos años. Para protegerlas, en 1966, el Estado compró las tierras y creó este sitio, que hoy cuenta con 8500 hectáreas protegidas sobre la margen derecha del río Uruguay.

Ubicado sobre la Ruta Nacional Nº 14, a 45 kilómetros de Colón, 250 de Paraná y 365 de Buenos Aires, es un parque de fácil acceso, está abierto los 365 días del año las 24 horas y ofrece una gran variedad de opciones para recorrerlo. Se puede conocer por cuenta propia o contratar un guía. Las cabalgatas, excursiones en bicicleta, canotaje y paseos náuticos están concesionadas, pero también pueden contratarse en agencias de turismo de Colón, Villa Elisa o San José.

Sabana de palmeras, monte, selva en galerías y playas; buena variedad de aves y animales que pululan muy cerca; senderos para recorrer en auto, a pie, bicicleta o caballo; son algunas de las características de este pequeño gran parque. Hay circuitos peatonales cortos como los senderos El Mollar, Yatay, La Glorieta, Los Loros o Sendero de las Ruinas.

Y dos senderos más largos: Del Pastizal, de ocho kilómetros, y De la Selva, de cuatro kilómetros. Los caminos de Yatay y del Pastizal recorren los ambientes típicos del parque, la sabana con palmeras yatay, muy buenos lugares para ver aves de pastizal, carpinchos, pájaros carpinteros, ñandúes, aves rapaces, tordos y benteveos. Mientras que en el Sendero de la Selva se pueden observar urracas, lechuzas y especies como el martín pescador o la garza mora. En tanto, en el del Mollar se observa la diferencia entre sectores de monte nativo y áreas invadidas por plantas exóticas. La Glorieta recorre un sector de selva en galería en el arroyo Palmar, en donde deambulan hurones y zorrinos, la yarará y varias especies de culebras. El zorro de monte es característico de estas tierras, pero resulta escurridizo y difícil de encontrar.

Dentro del parque hay un restaurante y un camping, pero aquellos que no desean acampar, pueden optar por complejos de cabañas en las inmediaciones o alojamientos varios en Colón. Cuando llega el calor, el río y sus playas convierten al parque en un delicioso balneario, ideal para paliar las altas temperaturas de la región. El ocaso es el momento ideal para finalizar el recorrido y llevarse la postal típica, cuando el sol se oculta detrás de la extensa sabana de palmeras y el cielo se tiñe con todos los tonos posibles del atardecer.

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